El sector de los embalajes ha podido ser calificado durante mucho tiempo como una práctica poco ecológica. Se suele tener cierta tendencia al sobreembalado de muchos productos concretos, sobre todo los especialmente delicados, por ejemplo, en el ámbito de la alimentación. Este hecho ocurre para mejorar su presentación o el mantenimiento de sus propiedades durante más tiempo.
A ello se le puede sumar que, además, las impresiones que se han realizado sobre estos embalajes tampoco han sido siempre todo lo sostenibles que se esperaba de ellas. Por ejemplo, se han podido emplear tintas contaminantes, producirse un derroche notable de agua y energía en el proceso, etc.-
Sin embargo, en los últimos años se ha prestado especial atención tanto a la creación de procesos de impresión sostenibles –en trabajos digitales, offset, huecograbado, serigrafía, etc.- como en un embalaje que realmente se adaptara a las necesidades de cada producto y favoreciera, además, el reciclaje.
La unión de ambos se puede conocer como embalaje -o packaging- ecosostenible y supone, no sólo que se empleen las técnicas más ecológicas en ambos procedimientos, sino que, también, se usen materias primas biodegradables o reutilizables.
Incluso las normativas nacionales y europeas se van actualizando para conseguir que estos valores se alcen como prioritarios en todos los ámbitos posibles. El sector alimentario ha sido uno de los que, recientemente, ha tenido que adaptarse a las nuevas normativas de embalaje y etiquetado.
De la misma forma, y dado que aún siguen presentes materiales y procesos que pueden resultar tóxicos o no del todo respetuosos con el medio ambiente, el sector de la impresión continúa investigando y desarrollando nuevas ideas y formulaciones.
Además, se busca con estos métodos optimizar al máximo el uso de los recursos disponibles y evitar derroches de todo tipo –energéticos, económicos, etc.- que aún se siguen produciendo con acciones tan aparentemente inofensivas como, por ejemplo, una doble impresión ocasionada por algún tipo de fallo mecánico.
En estos casos, y según parece, son las propias imprentas las que, poco a poco, han ido tomando conciencia del efecto que puede tener y aplican protocolos de actuación que, en definitiva, les benefician tanto a ellos y a sus clientes, como al medio ambiente.